Situémonos
en Londres. Concretamente en el Aeropuerto de HeatThrow (o como quiera
que se escriba), justo el día anterior a la nochevieja del año 2003.
Me
encuentro en el hall de acceso a la zona de facturación entre mis amigos Susana
y Óscar “Tras”, hacha de aquél conjunto conocido como “El Motociclón”, el cual,
en aquellos tiempos, no había iniciado su andadura. Lo haría tres meses
después. El cuarteto lo completa Adrián Ceballos, uno de los mejores bateristas de ayer y de hoy.
La multitud
se acumula en un cuello de botella generado por el control de aduanas, haciendo
que el aire sea difícil de respirar. Entretanto, las miradas se cruzan y
nuestros rostros definen a la perfección la zozobra de unos cuerpos maltratados
por la juerga y el descontrol de las noches pasadas.
En Londres,
aunque los garitos cerraran demasiado pronto para lo que estábamos
acostumbrados, te podías pasar todo el día haciendo el tourist por la
mañana (beber pintas y ver/comprar discos y parafernalia heavyrocker, en
nuestro caso) y el crápula por la noche (siempre que conozcas la gente adecuada,
o ciertos hostels que se saltan algunas normas). Así que, tras cuatro días danzando con el
bien y el mal, nos encontrábamos sumisos a la inercia de aquel río formado por
los viajantes, al ritmo del zumbido de nuestras propias cabezas.
Durante un
momento, cerré los parpados levemente, dejándome llevar por ésa especie de ronroneo andante, y se me apareció el
flash de la última noche…
El enésimo Pafeto había cerrado y con ello nos
dimos de bruces con algo que no queríamos aceptar: pirarse a sobar. Pero Dee Dee,
mi hermanín covachero, perteneciente
al komando-Arrasate (otro grupo de amigos, a cual más colgao, y con quienes
hicimos sincronizar nuestra agenda de viaje) sugirió que podríamos irnos a su Hostel, que tenía un Pub, así que allí
fuimos. Tras los penúltimos bailes y la consiguiente expulsión de aquel
garito, nos dijeron que no
desparramásemos por los pasillos ni hiciéramos ruido en las habitaciones, pero
que podíamos terminar la noche en el “TV
Room” (una estancia enmoquetada, con sofás y una tele doméstica, ideal para
contar chistes y engullir cubalibres), así que allí fuimos.
Tras una ristra de
momentos cómicos, y con todas nuestras existencias terminadas, sólo nos
quedaban dos opciones: O ir [esta vez sí] a dormir, o enhebrar a la puta calle,
así que nos fuimos al Hyde Park, lugar donde terminamos jugando al “fantasmita
por aquí...”, al “maravilla, maravilla”, “El Minué”, y otros tantos juegos
cooperativos que eran, realmente, una escusa para refocilar los cuerpos entre
nosotros y otras amigas y amigos internacionales, los cuales se unieron a la
comparsa trufa tras ése momentazo estelar en la mencionada “TV Room” y cuya foto dejo al final de la historieta,
porque si la veis ahora no vais a poder pensar en otra cosa que en ésa [alerta
spoiler!] infame pirámide de ojetes…..
Volviendo del
flashback, y despertando a pocos
metros de los mostradores de facturación,
me acordé del cinturón de balas
mazo de guaper que se había comprado
Óscar “Tras”, igualito al que solía
llevar Lemmy de los Motörhead o Cronos de los Venom, para petarlo en los
festis…
-
“Tronco…. ¿vas a intentar pasar el
cinto de balas por el control, o lo vas a facturar?
Le
planteé
-
“Pues tenía pensado meterlo con
el equipaje de mano”
-
“¿tu flipas?”,
le espeté
-
“con la que tienen liada en el
control, nos van a tener todo el día ahí y seguro que palmamos el vuelo…”
Y así fue
como le convencí para que metiera su cinturón a tope de Heavy Metal en
su mochila, pero como no tenía hueco, se la endosó a Susana, que solía adquirir,
entre otros roles, el de “madre-cuidadora”, y en ésa ocasión no fue menos.
“Sus” metió el complemento heavytrónico
en su maleta y facturó ésta junto al resto del equipaje.
Tras el
paso sin incidencias por los controles de seguridad, nos dirigimos a la puerta
de embarque, en cuyo mostrador, presentamos nuestro billete y documento de
identidad.
Y no
pudimos contar apenas unos segundos cuando, de repente, se nos presentó un tipo
alto, con traje y un pinganillo de ésos que utilizan los Geos, custodiado de unos cuatro guardias de seguridad armados.
Con un
gesto de invitación a que le acompañáramos, aquel señor que parecía de la
Interpol nos llevó a una estancia en la que había una especie de cabina de
un metacrilato que, de grueso que era, tenía toda la pinta de ser antibalas, e
incluso anti-deflagraciones. La cabina era amplia y cabíamos los cuatro
cómodamente. Y aunque no disponía de asientos, tenía algunos maceteros con Troncos
del Brasil, Potos y otro tipo de plantas de interior que lo convertían en un
espacio bastante coqueto y agradable.
Una vez
dentro, se dirigió a mí (supongo que pensaría que era el líder de la banda)
y me dijo algo así como
-
“ya jav Bulats in yar pakeich”
Apenas me había salido un “Guat de Fak?”, cuando
el tipo se intentó explicar de otra manera:
-
“ya jav Munishon…. Amunishon…” … “Armor!!”
-
“Armoor?” … “Cooomor???” dijo
alguien…
-
“Ah coño!!!”, respondió Adri, que era quien tenía el B3 de inglés
-
“It’s not Munition, is fashion, fashion”…. “not armor…” Continuó…
-
It’s a …. It’s a …
-
“Joder tronco… ¿cómo se decía “cinturón” en inglés?”
-
“Estooo….”
Y mientras los dos hacíamos el gesto
de señalarnos el cinturón, el tipo dijo:
-
“A Belt?”
-
“Ou yeah, boss!!! It is a Belt!!” le respondí entusiasmado.
En ese momento, la cabina de metacrilato de alta gama
ya estaba rodeada por otros cuatro guardias más, con sus metralletas y
vestimenta para-militar.
-
“OKAY…. “
Sentenció el jefe, seguido de una serie de vocablos en
inglés a alta velocidad, dirigiéndose el pinganillo a las fauces, mientras se
marchaba como diciendo “Esperad, que en un ratico vengo, zagales!!”
A partir de ahí fue cuando se vivieron los momentos
más tensos…
-
“Joder Chicos, No me lo puedo creer. Anda, que ya os vale! …” Comenzó diciendo Sus.
-
“Buah chaval… seguro que nos llevan al talego, rollo preventivo,
en plan protocolo antiterrorista…” continuó Adri
-
“No creo. Pero lo que tampoco creo es que nos estén esperando
los del avión, seguro que ya han despegao...” Añadí.
Tras unos extraños segundos, en los que el silencio
pareció apoderarse de la sala, éste fue roto por Óscar “Tras”, que había permanecido
impasible en todo el proceso de retención como si la cosa no fuera con él:
-
“¿Sabéis lo que os digo?” Preguntó.
Para, seguidamente, soltar esta perla
literaria:
-
“Que como no nos suelten pronto, les pienso dejar un obsequio
en una de las macetas. Que llevo un rato jiñándome”
Las risas y carcajadas fueron inmediatas y los chistes
de ámbito escatológico no se hicieron esperar, empezando por uno que contaba
nuestro amigo común Jesús “El Pelos” y del cual éramos muy fan:
-
“Esto que van dos prendas que
están metíos dentro de un váter (pero dento del inodoror), y de repente mira
uno pa arriba y dice: ‘Cuidao! Que
viene un troncocooogh’ …. oclog”
-
“Buah, chaaavas, hahahajaja”
O este otro:
-
“Óscar, que me han dicho que te has cagado en el ascensor”
-
“Calla, calla, es que he visto ‘Planta Uno’ y me he liao”
-
JAJAJAJAJAJAJAJAA!!!! GUAAAA!!!
Los “G-Joes” flipaban.
En el Fadeout de las risotadas, observé cómo
nos miraba uno de ellos. Y, por un momento, jugué a meterme en sus
pensamientos. E imaginé que uno de ellos imaginaba:
-
“A gañanes no tienen rival. Pero Terroristas, no creo que
sean terroristas ...”
Mientras, yo mismo le dibujaba, con mi imaginación,
una viñeta con forma de nube alrededor de las palabras que creí imaginar que
pensaba….
Entonces, mi flipada mental fue interrumpida por el
jefe de seguridad Interpoliano que había pilotado el interrogatorio y,
regalándonos una sonrisa forzadamente ensayada, nos dijo algo que no
entendimos, pero que interpretamos como que el malentendido ya se había
aclarado. Así pues, nos dejamos caer camino a la puerta de embarque, orientados
por el paseíllo formado por ésos pedazo de guardias de seguridad “High
Level”.
La verdad es que acojona ver tanta metralleta junta.
cinto quetecuén x-ray spex |
Cuando entramos en el avión, no fuimos recibidos precisamente
con cánticos de bienvenida. De hecho notamos una especie de silencio abrupto e
incómodo, como si el ruido formado por las conversaciones de unas y otros se
hubiera interrumpido repentinamente ante nuestra llegada, evidenciando que nos
estaban poniendo a parir. Aunque no puedo asegurar que fuéramos nosotros,
precisamente, el objeto de sus supuestas descalificaciones, dado que los de RayanAir
no habían tenido a bien enchufar el aire acondicionado durante la hora que
duró nuestra desventura, por lo que se jactaba el olor a humanidad, se podían
observar los chorretes cristalinos de las frentes y se percibía que la gente no
se estaba divirtiendo.
Desde luego, si los de RayanAir hubieran sacado
el “rasca y gana” en ese momento, saltándose el protocolo y hubieran puesto el
climatizador al 11, como si del volumen del amplificador de los Spinal Tap se
tratara, seguro que hubieran amortizado de sobra el gasto del aire. Y la gente
se hubiera quedado esperando tan a gustito, recordando experiencias de su
estancia, o jugando al bingo de marras.
Chimpón.
En fin, amigas y amigos. Espero que este pequeño
relato os haya resultado, como mínimo, entretenido.
Por mi parte, como no puede ser de otra forma, debo de
reconocer que me lo he pasado del carajo recordándola e intentando
transcribirla, siendo lo más fiel posible al surrealismo
de la memoria, y es que el paso del tiempo también es una especie de pincel
mágico que nos pinta trajes de superhéroes cuando así lo necesitamos.
Y para comprobarlo, sólo hay que volar a nuestra
infancia.
Un cordial y animoso saludo, amigas y amigos reales e imaginarios.
Que el año 2022 os abrace, os cuide y os sonría casi
todo el rato. Y cuando no lo haga que sirva al menos para apreciar,
precisamente, las sonrisas, los abrazos y la salud.
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Enlaces externos:
https://youtu.be/viIT6fjaCs0 (punteo del "Onanismo Obligatorio". la grabación perdida, Por Óscar "Tras")
https://www.youtube.com/watch?v=-YzFvseFV6E (Actuación de Mohama Saz, con Adrián Ceballos a la batería)
y ahora sí ....
Ahí lo tenéis: El CASTELLÉT de CULOS
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