sábado, 21 de marzo de 2020

HOSTIA NUMERO TRES


Aloha! Estoy escribiendo un flashback nuevo, pero como no termino de sacar, ni el rato, ni la inspiración ... "ése momento que no encuentro", me he acordao de que, aunque está publicado en el libro "La vida es un bar. Vallekas", no había puesto el tercer capítulo de la trilogía autohostiadora que narro en dicha obra .

Ahí va pues ésa tercera entrega:


Hostia número 3:“El Supermamarracho”


 “El Festival Hortera” del Jimmy Jazz era un concurso de playbacks donde se interpretan canciones cachondas. Molaba que te pés.

El germen de ésa genial tradición la encontramos en “La gala del Festival Hortera” que hizo el colectivo juvenil “Kontracorriente” durante más de 25 años. En el propio festi Hortera del Kontra, yo mismo emulé al Chaval de la Peca, Antonio Canales, al electricista de los “Village People” y a muchos otros personajes de la farándula nacional e internacional.

A finales de los noventa, a María y Alicia, amigas de la cuadrilla, se les ocurrió hacer algo similar (aunque ése primer año no hubiera concurso) en el Jimmy jazz.  Creo recordar que celebraban juntas su cumpleaños.  Cuando las vimos, flipamos con sus pintas:

  • “Joder, qué guapas!!! De qué vais vestidas!??”
  • “Calla, que se nos a ocurrido hacer una fiesta hortera, y me da a mí que vamos a ser las únicas disfrazadas. No veas qué palo” – dijo Ali, dedicándonos una sonrisa amable, como siempre,  y tímida, como nunca,  mientras se arremangaba graciosamente un faldón lleno de volantes y emperifolles.
  • “¿Cómor?  quietasparás. Vamos al kerfo. En media hora, una como mucho, volvemos ...”

Mis dos hermanos y yo vivíamos con mi madre y mi abuela, en casa de ésta última.
Se conoce que mi abuela, a pesar de haberse quedado viuda con apenas 30 años, siempre fue una mujer alegre y jovial, y eso se notaba en las prendas de la joven madurez de una viuda precoz, y que mi abuela todavía guardaba en su armario con cariño y nostalgia. Vestidos de estampados imposibles y blusas con floripondios de colores más chillones que cuando King diamond se pilló los cojones con la tapa del piano, formaban, entre otras piezas, parte de un vestuario lleno de glamour extremeño.

Entre las risas de mi abuela  y  mi madre a costa de los improvisados transformistas en los que nos convertimos mis hermanos y yo (junto con algún otro amigo que se unió al travestismo) terminamos con un aspecto que, dependiendo en qué scenario se mostrara, podría ser objeto de burla, vergüenza ajena o lo que fuere, pero en el Jimmy Jazz de aquel ya lejano año 97 molaba a topor.

Así que ésa noche, el Jimmy se petó de chicas, para alegría de nuestras amigas “inventoras” de la iniciativa, y envidia de los colegas que no se apuntaron al “Festival Hortera del Jimmy Jazz, versión 1.0”.


los inviernos fueron sucediéndose, el Jimmy se mudó a la calle Payaso Fofó, y el "Festival Hortera" , a partir de entonces, se estuvo haciendo cada noche de reyes y  año tras año hasta convertirse en una cita ineludible de la temporada navideña.

Pues bien, la penúltima vez que participé en dicha gala (corría el año 2013) elegí la sintonía de aquella inolvidable serie ochentera, “El superhéroe americano” (si no os acordáis  de cómo era el prenda, o nacistéis en los años de su emisión, daos un rul por internet y veréis mazo de imágenes. Incluso a día de hoy hay un cerro de merchandising del protagonista). Para dicha perfo me disfracé convenientemente:

Peluca a lo afro color amarillo-pollo, el logo pegado en un jersey colorao, capa negra y, como no encontraba leotardos de mi talla, adquirí unas medias de espuma, también rojas, que se transparentaban un montón. El problema es que tenía unos gayumbos paqueteros de color blanco y con las luces que hay en los garitos, donde se resalta hasta el blanco de los ojos del más hepático de los clientes, pensé que sería un canteo, así que determiné sustituirlos por unas bragas rojas que le pillé a Noe, mi compañera.

Cuando llegó el momento de la actuación, decidí empezar el chou  desde la barra, en plan sorpresa, en lugar de hacerlo en el escenario como todo el mundo,  apareciendo subido encima de la barra, con pose “Elvis – Las Vegas”.
En cuanto sonó el estribillo, salté por encima de la muchedumbre, y aúpado por mis colegas, los cuales se encontraban parapetaos en la misma barra, me pegué un vuelo mágico entre los brazos de los asistentes.

Qué flipe.

Una vez aterricé en el escenario, continué con el playback y al siguiente estribillo ¡zas! El segundo vuelo. Pues en ese momento, en lugar del greatamericansuputamadre me sentí “Moisés vs el mar negro”, porque toda la peña se abrió al compás, dejando un reguero perfecto donde solo se visualizaba el terrazo del garito. Terrazo que me zampé con devoción.

Qué hij@s de puta. Eso no se hace. No sé si porque la poca cobertura de las bragas hicieron que mis testículos se salieran de las costuras y a la peña le dio yu-yu pillarme, o porque simplemente se acojonaron al ver a un supermamarracho de 92Kgrs que se les venía encima, e iba a echar a perder sus recién adquiridos litros de calimocho. Y claro, mis colegas amochambraos en la barra, recuperando ésa posición de prestigio que te daba estar cerca de "La Larga", la regenta del Jimmy en aquellos años. Buena gente, muy profesional, y una auténtica metralleta-repetidora poniendo chupitos de ron-miel.

Diagnóstico del guarrazo: fisura de Tronquíter (hasta el nombre del huesecillo de marras tiene guasa) y mes y medio con el brazo izquierdo en cabestrillo.
F I N

Os dejo con una versión hiperacelerada y  ultramelódica, a la par de cafre,  de la soundtrack de marras:

2 comentarios:

  1. Jajaja brutal, me ha dolido hasta a mí la hostia!!

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  2. Jajajajaja brutal!!! Eres bueniiiisimo Rober, lo que me he podido reír. Eso sí, la torta fue de ordago!!.Gracias por compartir. Besos x mil

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