martes, 2 de abril de 2019

El Abono Transtorno




Observad la foto de mi Abono Trastorno de 2002, justo cuando tenía 30 añitos recién cumplidos. Pues os voy a contar lo útil que me resultó en un concierto, concretamente en la sala antes llamada "Arena" y rebautizada en numerosas ocasiones, dependiendo del sponsor de turno, hasta su cierre en 2017. El grupo, los "No Use For A Name", uno de mis grupos favoritos de la escena que se denominó “Hardcore Melódico”.

 

Tengo que decir que la “sala” de marras era, realmente, una puta discoteca tecno, reutilizada, al igual que otras tantas, como "sala rock" y así poder aprovechar los horarios “de tarde” para inmediatamente después del show, echar a la gente con las vallas de seguridad utilizadas para tal menester a modo de "quitanieves", tratando al respetable sin ningún tipo de respeto, más bien como si fuesen animales de corral. Sonaba regular, la priva era carísima y lxs curris eran unos rancios y unas siesas.

 
No creo que nadie la eche de menos, a pesar de que allí tocaron grupos maravillosos…  

(Ahí tenéis una lista del youtube que he hecho para la ocasión)

 Nada más intentar acceder al recinto, me encuentro con que el maromo de la puerta (un armario empotrao de 2x2) me interrumpe el acceso solicitándome que le muestre el DNI. Pero en lugar de enseñarle la papela, le dejo que observe el abono trastorno, mientras le digo:

- “Tron, si ya tengo edad para necesitar el abono transporte de los mayores” 



Tras una sonrisilla y un "…anda que…", me permite la entrada.
Después de un par de litros, mientras terminaba su actuación el grupo invitado, los muy recomendables Nerf Herder (no os perdáis este pedazo de video-hit) me dirijo al tigre a mearla. Desciendo por unas escaleras y veo que el baño que hay justo enfrente es el de las chicas. A su derecha, pero en la pared perpendicular, está el de los tíos por lo que me volteo hacia la derecha para entrar.
Meo sin mucha parafernalia, y salgo del tirón,  sin tener en cuenta el giro que había hecho minutos antes para el acceso al meadero.
 
De esta manera salgo hacia adelante, y me encuentro con una puerta cerrada (de esas que tienen un pastruz con una barra, y se abren presionándola hacia abajo)  y la abro, entrando en un habitáculo que evidenciaba que no estaba en la sala donde se celebraba el concierto. Y según descubro el pastel de mi error, "Flop!" oigo como la puerta se chapa a mis espaldas con un suave, pero doloroso golpe.
 Me doy la vuelta y compruebo que el portón es de única apertura. Ni pomo, ni tirador,  ni ostias.
Entonces veo un cacharro gigantesco con algunas luces, que emitía un zumbido leve, pero irritable. Supongo que sería un Grupo electrógeno o algo así.

Me cago en mi vida, me había quedao encerrao en el cuarto de la luz.

Tras pasar por delante de un panel eléctrico inmenso con un cerro de automáticos, diferenciales y su puta madre, veo una puertecilla mucho más de las de andar por casa. Tras abrirla y  recorrer un pequeño pasillo, culmino mi pequeña aventura en la cocina del restaurante conocido como "Rodilla”.


Y dándole las buenas tardes a los perplejos sandwicheros, salgo al salón-comedor de la popular franquicia y de ahí, y como no podría ser de otra forma, a la puta calle.
Otra vez en la puerta de la discoteca, observo de manera tranquilizadora cómo no habían cambiado de esbirro.





- "Socio, que soy el de antes, el del abono trastorno" , Le digo enseñándoselo de Nuevo.




El tipo me reconoce de inmediato y tras otra sonrisilla (por lo visto también tuve la suerte de que me tocase el simpático) conseguí entrar de nuevo.



Por lo demás, poco más que reseñar. Únicamente que el concierto de los "NUFAN" duró apenas 30 minutos. Y yo cagándome en sus muebles. Unos días más tarde me enteré que el cantante cortó el concierto porque un lapo letal lanzado por algún "fan" de las primeras filas, no es que le endiñase en el careto, sino que tuvo el acierto de insertárselo por las fauces hasta el mismísimo esófago.


 
Puto asco de peña.