Observad la foto de mi Abono Trastorno
de 2002, justo cuando tenía 30 añitos recién cumplidos. Pues os voy a contar lo
útil que me resultó en un concierto, concretamente en la sala antes llamada
"Arena" y rebautizada en numerosas ocasiones, dependiendo del sponsor de turno, hasta su cierre
en 2017. El grupo, los "No Use For A Name", uno de mis grupos favoritos de la escena que se denominó
“Hardcore Melódico”.
Tengo que decir que la “sala” de
marras era, realmente, una puta discoteca tecno, reutilizada, al igual que otras
tantas, como "sala rock" y así poder aprovechar los horarios “de
tarde” para inmediatamente después del show, echar a la gente con las vallas de
seguridad utilizadas para tal menester a modo de "quitanieves",
tratando al respetable sin ningún tipo de respeto, más bien como si fuesen
animales de corral. Sonaba regular, la priva era carísima y lxs curris eran
unos rancios y unas siesas.
No creo que nadie la eche de
menos, a pesar de que allí tocaron grupos maravillosos…
(Ahí tenéis una
lista del youtube que he hecho para la ocasión)
Nada más intentar acceder al
recinto, me encuentro con que el maromo de la puerta (un armario empotrao de
2x2) me interrumpe el acceso solicitándome que le muestre el DNI. Pero en lugar
de enseñarle la papela, le dejo que observe el abono trastorno, mientras le
digo:
- “Tron, si ya tengo edad para necesitar el abono
transporte de los mayores”
Tras una sonrisilla y un
"…anda que…", me permite la entrada.
Después de un par de litros, mientras
terminaba su actuación el grupo invitado, los muy recomendables Nerf Herder (no os perdáis este pedazo de
video-hit) me dirijo al tigre a mearla. Desciendo por unas escaleras y veo que el
baño que hay justo enfrente es el de las chicas. A su derecha, pero en la pared
perpendicular, está el de los tíos por lo que me volteo hacia la derecha para
entrar.
Meo sin mucha parafernalia, y
salgo del tirón, sin tener en cuenta el
giro que había hecho minutos antes para el acceso al meadero.
De esta manera salgo hacia adelante,
y me encuentro con una puerta cerrada (de esas que tienen un pastruz con una barra, y se abren
presionándola hacia abajo) y la abro,
entrando en un habitáculo que evidenciaba que no estaba en la sala donde se
celebraba el concierto. Y según descubro el pastel de mi error, "Flop!"
oigo como la puerta se chapa a mis espaldas con un suave, pero doloroso golpe.
Me doy la vuelta y compruebo que el
portón es de única apertura. Ni pomo, ni tirador, ni ostias.
Entonces veo un cacharro gigantesco
con algunas luces, que emitía un zumbido leve, pero irritable. Supongo que
sería un Grupo electrógeno o algo así.
Me cago en mi vida, me había quedao
encerrao en el cuarto de la luz.
Tras pasar por delante de un panel
eléctrico inmenso con un cerro de automáticos, diferenciales y su puta madre, veo
una puertecilla mucho más de las de andar por casa. Tras abrirla y recorrer un pequeño pasillo, culmino mi
pequeña aventura en la cocina del restaurante conocido como "Rodilla”.
Y dándole las buenas tardes a los
perplejos sandwicheros, salgo al salón-comedor de la popular franquicia y de
ahí, y como no podría ser de otra forma, a la puta calle.
Otra vez en la puerta de la
discoteca, observo de manera tranquilizadora cómo no habían cambiado de
esbirro.
- "Socio, que soy el de antes, el del abono
trastorno" , Le digo enseñándoselo de Nuevo.
El tipo me reconoce de inmediato y
tras otra sonrisilla (por lo visto también tuve la suerte de que me tocase el
simpático) conseguí entrar de nuevo.
Puto asco de peña.