Se acaba de celebrar el día del Orgullo Gay.
Un día que, en el caso del presente año,
empalma (con perdón) con el fin de semana, y que a buen seguro lo convertirá
en uno de los findes con mayor color, glamour y alegría de todo el año. En fin,
a ver si se nos olvida por un rato que el paletismo reina en España, a tenor
del resultado de las elecciones.
Bueno, no me
quiero desviar de lo que he venido a contar, que no es otra cosa que otro
chascarrillo más:
El “Rock for Pride”
era una perfo que organizaba Norah Findlay (la recordada manager de la primera etapa
del Rock Palace), ayudada por el staff del propio Rock Palace de ésa época.
Como Norah vivía JUSTO en la mismísima plaza de Chueca,
la tía no se cortaba y sacaba una manguera (de las de corriente eléctrica)
desde la ventana de su kerfo, y en la misma boca de metro conectaba un
backline, y éle! Al desparrame rockandrollero!!
Debido al mambo
que se monta en la insigne plaza y calles adyacentes en estas fechas, la gente
ajena al “Rock For Pride” se tomaba el festi como una actividad más de la
programación, por lo que muchos pasaban de largo y otros se quedaban un rato, por
curiosidad. Aunque muchos, sin embargo, se metían en el concierto gozándolo a topor.
El escenario
del primer año era asina:
12 del mediodía.
Un calor de justicia levemente aliviado por las yonki-latas de medio litro que
venden los orientales en los badulaques cercanos. La peña se acumula, la mitad
convocados por el boca-oreja y la otra mitad despistaos que pasan por allí. Los
gaupaseados, con los "Pink floyds" en la comisura de los labios y
los restos del ultimo klenchazo alojados en el alféizar de las fauces, ocupan
las primeras filas.
El Tras con su mítica Flying-V, y el Gran Dani Zinc, de los Moto.
La primera vez
que Los Motociclón tuvimos la suerte de participar en tal evento, apareció una
yonki afrohispana embarazada “armada” con una escoba y se puso a endiñarme con ella, mientras me
decía cosas ininteligibles. Simultáneamente, su pareja, un nota que era un
impersonator de Carliños Braun, pero con tres dientes y los ojos anaranjados,
se me puso a dar la turra de tal manera que no tuve optra opción que huir,
lanzándome al respetable.
Como la peña
estaba a su brondi, les pilló por sorpresa y no me cogió ni Cristo, por lo que hice un vuelo en falso que me llevó
directamente al suelo, dejándome, literalmente, las rodillas en el adoquinado de la plaza.
Al lunes siguiente
llegué al curro cojeando, ligeramente espatarrado debido a la rigidez de mi
pierna derecha.
- “Roberto, ¿qué te ha pasado?”
- “Pues ya ves. En el Orgullo Gay”. Contestaba yo, sin dar ningún dato adicional sobre el suceso, y dejando a la imaginación de mis interlocutores (me lo preguntaron varias veces diferentes compañerxs) si mi cojera fue provocada por una experiencia sexual rectal, o fue otra de mis gañanadas.Mirad lo que he encontrao. Un cacho de vídeo del segundo año en el que participamos. Ése año aparecieron dos lecheras de Guindillos de la Municipal y apenas tocamos 4 canciones por grupo, pero estuvo del copón. Nunca olvidaré los caretos de los guardias urbanos, mientras Norah les explicaba con su cerradísimo acento angelino, que el concierto era un evento “estrorlinariorl”….