domingo, 14 de febrero de 2016

LOS TXUMINOS IMBERBES .. y un poco de mí. (PARTE II)





Una muy buena amiga mía decía que "la calidad de los amigos de una persona definen bastante a ésa persona", y creo que tiene mucha razón. A los dos años de conocernos, empezaron aparecer personajes por Vallekas, Cuevas del Valle, o donde hubiera jarana. Vaya gente! En esos tiempos conocí al Jozelu, al Agustín, que durante nuestras primeras visitas a jerez nos estuvo dando cobijo en su kerfo, ya que era el único que se había independizado, La Esme, La Pucha, La Inma, o el  Izaak, que sería durante unos años,  segundo guitarrista.

Y también,  algunos años después, amigos esenciales como El Lema, Demenzia, el Riki, Manué Latas, el Diego, Kiko-Gol .... Ales el Checo..! Josep o el Canario!! Qué grande, no se le entendía al hablar y contaba los chistes a toda velocidad... joder, hay tantos...

Volviendo al Izaak, éste era un person especial. Siempre tenía una buena historia que contar para que te partieras el culo y era, estéticamente, el más punki de la crew, con sus tachuelas, botas, esposas y todo tipo de "cubertería" colgante, y cresta ocasional. Era el que tenía más cifras, ya que tenía un currazo en un laboratorio donde hacían medicamentos para animales (o algo así), por lo que tenía acceso a todo tipo de pastillámenes, que en algunos casos, compartía con los colegas con alegría.  Incluso fue "seleccionado" como dealer oficial del "Serie Z", donde acabó chinao: "Mira que tengo de tó, pero los cabrone de los Janoi Rock me han hesho ir al políngano a pillarles caballo, pisha", me contaba, mientras repartía psirocibes por doquier. Al final, tuvo que enhebrar a otra ciudad, porque un punki con tachuelas, unas esposas colgando, y una cresta naranja, era un canteo que fuese de un lao a otro conduciendo un bmw. "como me paren un día de estos, me cortan to er rollo, pisha"
En los años 90-2000 y pico, había, muy cerca del "wagon", en el barrio donde yo hice la EGB, un restaurante Chino que tenía una mesa grande en un "reservao" (separada con una cortina del resto de las mesas del salón) y donde te dejaban fumar petas.

- "Se pueden sental pol aquí....",
- "Perdón, pero podríais acoplarnos en la mesa de Los Porros"?
-"ah, la de los polos, pol aquí detlás"

Poder comerte unos rollitos y un pollo de ésos de los restaurantes chinos junto a un palé de tercios del mahou a un módico precio, y encima poder fumarte unos petas a gusto era extraordinario.
Pues ahí andábamos una tarde, unas 12 personas, entre los Txuminos y  lxs amigxs, en el puto paraíso. 
En un momento dado, salí  a hacer una llamada al teléfono público del restaurante, y cuando regresé, todos tenían el careto cambiao, los ojos como los de cualquier personaje de Ibáñez (el de mortadelo) y pardiéndose la polla de todo. Por lo visto, el Izaak, había estado repartiendo "golosinas" en la sobremesa.

El Izaak, en ésa época, me llamaba con cierta regularidad, para ver que tal estábamos los vallekanos e invitarnos al camping del Caños de Meca.  Hace muchos años que no le veo, y la verdad es que le echo mucho de menos. Espero volver a verle pronto.

Sería en ésa época cuando conocí a otros de los personajes imprescindibles y a la postre el bajista definitivo de los Txuminos, el gran Félix Krock, que tocaba en un grupo de rock existencial muy del rollo de aquella época,  los noventa, entre grunge y lo que vienen a ser los indies de ahora. Pero si los indies de nuestros días, por lo general, y con todos los respetos lo digo, suelen ser unos tristes, con los Desfase Krock te rompías el rabo. Y si los Txuminos han tenido que cumplir 20 años como grupo y sacar un libro para conseguir tocar en el Kontracorriente, los Desfase Krock lo hicieron al poco tiempo de conocer al Félix. Aún no me lo explico.

Desde entonces, el Félix no se ha perdido ni una. Un tío tranquilo, con un humor muy inteligente, peculiar. Si con el Muelle me he reído mucho haciendo cosas (básicamente el mongol), Con Félix Krock, en un escenario, digamos, "más tertuliano", me he descojonao .  Félix tiene una cultura musical excelsa, y aunque le conocí tocando otros rollos, como he dicho, era cuestión de tiempo que culminase su carrera como bajista definitivo en los Txuminos.

Una baza nos coló en el bodorrio de su hermano. Ya íbamos "a gusto", ya que no habíamos parado de pimplar cubatas desde nuestra quedada al mediodía en "La Moderna", que, de no ser porque sirven Cruzcampo infame, sería  la mejor taberna del mundo, por si no lo sabéis. Como en casi toda Andalucía te endiñan Cruzcampo, pues eso genera que uno le acabe dándole a los pelotazos antes de lo normal, así que en cuanto el Pito se pidió un ron-limón, yo empecé a endiñarle al DYC. Y desde las dos de la tarde, estuvimos de chistes y cubalibres hasta que aparecimos en la boda del plaso del Dr. Krock, ya de noche. Me lo pasé del carajo bailando con las señoras.

Al último Txumino que conocí fue al Bravo. Primero me asemó por teléfono:  "Soy yo. Er BRAVO!", se presentó, con una voz muy graciosa, como si se fuera a arrancar a contar un chiste. El Bravo controla un mazo de música y es bastante fan de todo el rollo de los 60 y los 70, desde la psicodelia al hardrock. Y aunque eso parezca que esté en las antípodas de la música de los Txuminos imberbes, creo encaja de puta madre. A partir de su incursión, éstos empezaron a sonar bien, y a dar buenos conciertos, alguno de ellos memorables.


Estábamos ya en el ocaso de los noventa, los años dosmil se acercaban. 

Si los ochenta significaron para mí el descubrimiento de la mejor música del mundo, el heavy metal, los noventa consiguieron que decidiera subirme a un escenario y, entre otras mil cosas, valorar la amistad en la más amplia de sus magnitudes.

Pero los años venideros, los dosmiles, me enseñarían todo lo grande que puede llegar a ser el rock. En ésos años tuve a unos compañeros de viaje muy especiales, los  RIP KC, con los que empecé a dibujar las viñetas de mi historia dentro del rock and roll, viñetas que ellos mismos me ayudaron a colorear. Muchas de ésas historietas (y de las que intentaré hablar más adelante) fueron trazadas junto a los Txuminos Imberbes. 

Porque Los Txuminos son capaces de hacer que los 620 kilómetros que separan Jerez de Vallekas se pudieran hacer tomando el metro y recorriendo sólo un par de paradas; una especie de magia que les hace aparecer cuando les necesitas,  que te engancha, te abraza y te cuida para siempre.