jueves, 16 de febrero de 2017

PULPO BRAVO


Es como si algo me hubiera arrancado las entrañas y las hubiera metido en el congelador. Ése “algo” que decide que tanta buena gente emprenda el eterno viaje sin retorno, mientras hay gentuza que sobrevive a tumores, petardos de los gordos, u hostiazos en helicóptero (por poner tres ejemplos al azar).

No consigo hacerme a la idea de que no pueda volver a ver a mi amigo, y la impotencia me invade al pensar que justo mañana tenía planeado viajar a Guernika (junto con los compañeros de Motociclón que  tenían la posibilidad de hacerlo, y nuestros amigos Paco May y Oscar “El Protozoo” –del cual Pulpo era muy fan, según sus palabras-). Y recorrer unos cuantos cientos de kilómetros, como en los tiempos del rock, pero sustituyendo los conciertos y la jarana por un abrazo suyo.

No deja de ser paradigmático que justo cuando iba a registrar su número en mi móvil para llamarle y confirmar nuestro encuentro (ayer me hicieron el cambio de operadora y perdí un cerro de contactos), el puto teléfono me daba  un “!” y no lo guardaba. A los pocos minutos Manu Porco me llamaba para decirme que le habían sedado (poco antes él me había informado de que su estado no era como para recibir a nadie). A las pocas horas, se confirmo su expiración, y una terrible tristeza me invadió.

El pasado mes de octubre le pegué un tocal por teléfono. Sólo para ver que tal estaba, para hablar con él. Sin más. No lo conseguí, pero al día siguiente me llamó diciendo “¿ayer me llamaste? ¿Qué, ya te ha dicho el Manu lo de mi cáncer?”.

Se  me cayó el costo. Sólo le había llamado para que me contase cómo le iba, no tenía ni idea de su diagnóstico. Me pidió que no se lo dijera a nadie, y eso hice, hasta que el mes pasado se planteó una reunión de los Motociclón para cantarle a la puerta de su kerfo, si fuera necesario… pero los acontecimientos, y el avanzado estado de su enfermedad,  truncaron toda posibilidad de hacerlo.  No sé si este puede ser o no ejemplo de la conexión especial que teníamos mi compadre y yo. Y desde entonces, no dejé de llamarle, cada poco tiempo...


Echando la vista atrás,  cuando le conocí, Los Porco Bravo y el Motociclón ya habíamos fregao juntos muchos suelos, pero ésa noche en Villarcayo (el pueblo más rockero de Burgos y más allá) era la primera vez que coincidíamos con El Pulpo.
 Estábamos en una especie de trastienda que hacía las veces de camerino, jincando birras y poniéndonos hasta el ojal con  las viandas que nos habían puesto, cuando nos dijo “Vosotros sois mis fans”. Y es que tenía una particular forma de expresarse, dándole la vuelta a las frases.... y ése era su modo de mostrar su aprecio por nosotros. Aprecio que, con el paso de los años y los festis compartidos, se convirtió en amor mutuo.

Sí Pulpo. Nosotros somos tus fans.

En uno de los muchos encuentros que tuvimos, concretamente en el Aritzatxu Rock de Bermeo, subió a tocar “Compadre” y ésa canción nunca volvió a sonar igual….

            Ahí está. Como está grabao con un móvil pastruzer los graves saturan a topor, pero en el festi sonó de putifa.


No creo que nunca conozca a nadie con ése brillo en los ojos que hacía que su mirada definiera la bondad que poseía, o ésa particular forma de soltar las palabras, a trompicones y a un bajo volumen, que le hacían parecer un personaje de dibujos animados (además, contaba unos chistes cojonudos). Pero cuando agarraba la Les Paul y la hacía sonar, todo se paraba. Para, seguidamente, volvernos a llenar de vida con la grandeza de sus riffs.

Porque la vida se le habrá ido, pero su magia seguirá visitándome con la escucha de cada una de sus canciones.

Te echo de menos, hermano. Gracias por todo.
Por todo menos por irte tan pronto.


Maite zaitut, lagun.

aquí está el Pulpo. De chófer.
No habrá otro igual.